Muchxs tal vez no comprendan de qué se trata todo esto, les voy a comentar cómo son las cárceles. La mayor parte de mi vida estuve en estos lugares, los cuales están creados para reinsertar socialmente a individuos como yo, donde todo el sistema judicial se pone en marcha por unxs pocxs, reguladorxs de la sociedad como un ejemplo a no seguir. Esta política está mal implementada, es en donde se ponen en marcha lo que llamo, fábricas sin humo.
Cada una de estas fábricas
tiene materia prima al alcance de la mano, materia prima indefensa, vulnerable,
insolvente económicamente, sumando a esto, la total ausencia del Estado en
todos los departamentos judiciales de la provincia. En la actualidad se
incrementan lxs marginales, indigentes, personas que se encuentran en una
sociedad de consumo, capitalista excluyente. El derecho a la salud, la
educación, el bienestar, al trabajo, son derechos propios de todo ser humano
según los tratados internacionales de los cuales nuestro país no sólo es adherente,
sino que somos presidente Pro tempore
del concejo de seguridad mundial.
El mismo Estado que pone en
práctica políticas económicas, sociales, judiciales, etc. hace, a partir de estas,
que los grupos que están inmersos en la marginalidad recurran a otro tipo de
recursos o formas de incrementar la entrada de dinero, pero de manera ilegal. Mediante
trabajo esclavo sin ningún tipo de aporte social, quebrantando las leyes,
cometiendo delitos de todo tipo con el fin de conseguir una vida más aireada
económicamente. En ese momento, se ponen en marcha todas las políticas legales
vigentes a disposición del aparato
estatal. Es cuando dejas de ser un ser social y te transforman en materia prima
de las fábricas sin humo, de las cárceles.
Para la sociedad esto está
bien, políticas de seguridad cada vez más duras por parte de monopolios de
inseguridad que creen encontrar una solución al flagelo de la (in)seguridad.
Una forma de potenciar el miedo para conseguir seguidores capturando personas,
como lo hacen las sectas, y sumar más votos. Junto con el discurso de los
derechos humanos somos un caballo de batalla en cada una de las campañas
políticas. Somos un número en las
estadísticas de televisión, de radio, de diarios que venden soluciones mágicas
de lxs políticxs opinólogxs.
En estas fábricas sin humo se obtiene
mano de obra esclava, las personas trabajan por una tarjeta de teléfono de
cinco pesos, trabajan por un poco de pan u otros suministros que en realidad
están presupuestados para nuestro bienestar. Quienes trabajan están a prueba
tres meses, al cumplir ese tiempo se nos deja sin trabajo pero el acta jamás se
rompe y sigue girando la plata por un trabajo que ya no se realiza y que
obviamente no cobramos nosotrxs.
Al salir, son muy pocxs lxs que
consiguen la “inserción social”, fin declarado de estos lugares: realizar una tarea de alto contenido social
con las personas depositadas a su cuidado. ¡Vaya, qué cuidado! Mi padre jamás
me pegó por ningún motivo. Para quienes están a cargo de nuestro cuidado,
cualquier motivo es razón para una buena paliza de esas que jamás te olvidás y que
no querés volver a recibir.
Un joven de lxs llamadxs
“generación del ´37”, Domingo Faustino Sarmiento citó una frase en ocasión de inauguración
de la primera cárcel en la ciudad de Buenos Aires: “Se crean cárceles para las
bestias y los encargados de cuidarlos serán más bestias”. Esta frase, dicha
hace más de 160 años, hoy sigue teniendo vigencia.
Somos consideradxs eslabones
fallidos de una cadena de producción, nuestras aspiraciones a cambiar,
progresar, a superarnos cada día son opacadas por un aparato estatal que se nos
viene en contra por el hecho de poder pensar, razonar, entender; pretenden
mantener esto así sin permitir cambios en las políticas fallidas implementadas.
Durante las campañas políticas
todo ese presupuesto es gastado en propaganda (afiches, pintura, spots de
radio, diarios y televisión) para ganar una banca en el senado, peleándose por
la gran mesa que van a comer a futuro y también por las migajas: la plata que
va destinada a lxs presxs. Todavía seguimos pagando las consecuencias de la
campaña del actual Gobernador Daniel Scioli. No tenemos suministros en sanidad,
no se les paga a lxs proveedores encargadxs de abastecer carne, verduras y
frazadas. Nadie se da cuenta que todos los fines de semana, nuestrxs familiares
vienen a visitarnos cargadxs de comida de todo tipo, saben que si no nos traen
no comemos. Pero las fábricas están tranquilas, nadie quiere darse cuenta, ni
las propias materias primas ya que el SPB les permite ciertos privilegios. Mucha
droga, visitas íntimas sin papeles, celulares, robar, cobrar por una visita
hasta 200 pesos en tarjetas de teléfono, no ser trasladadxs.
Pues bien, no son marginales,
excluidxs o indigentes quienes deberían estar del lado de adentro de las rejas,
sino todo lo contrario, deberían ser personas socialmente preparadas,
políticxs, funcionarixs públicxs. Pero como estamos en el país de nunca jamás,
la justicia es una víbora que pica siempre al/la que está descalzx, por lo
tanto, las fábricas sin humo seguirán teniendo materia prima y no dejarán de
funcionar jamás. Se cierran colegios, fábricas, hospitales, pero nunca se
cerrará una cárcel.
Esta es la manera de llamar a
formar parte del cuerpo permanente del SPB. Se reclutan trabajadorxs sociales
que reciclan a seres humanos defectuosxs y luego se procede a insertarlxs en la
sociedad. Con más odio a esa sociedad que lxs excluye nuevamente, la rueda
sigue girando, la producción nunca se para en las fábricas sin humo.
Si querés hacer un trabajo de alto contenido social, ingresá al
Servicio Penitenciario Bonaerense. Gob.Pcia.com.ar
M.7.65
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