martes, 31 de mayo de 2011

De ratones y elefantes

Muchas historias hay de las tierras de la vieja África,
donde habitan especies las cuales muchas son mágicas.
De animales melenudos como el león,
hasta pequeños del tamaño de un ratón.
De colmillos de elefante q no tienen comparación,
 y extraños y con razón como el okapí en vías de extinción.
Sin embargo en dos de ellos me centraré,
 en el elefante y el ratón como ya les nombré.
 Moloso sin razón,
 el elefante va meta pisotón.
 No pide permiso
 y aplasta todo lo que así el quiso.
 Le teme hasta el león quien se cree rey,
 y se supone que impone la ley.
Magnánimo animal,
al que nada hace mal.
 Sin embargo no equivoquéis,
que si miras atentamente algo encontrareis.
 Ese pequeñito que llamamos ratón,
 no es otro que un guerrero bravucón.
 Y esto el elefante lo sabe bien,
 y como gran inteligencia el tiene en la cien,
 tratara de evitarlo si lo puede hacer,
 para que aquel sus pies no trate morder.
¿que hago hablando de elefantes y ratones?
bueno hay varias razones.
para lxs que luchan por lxs de detrás de las rejas,
pretendo dejar una moraleja.
 Me tomare el atrevimiento,
 y si, así lo siento,
de hacer un llamado de atención
en busca de la liberación.
No hablare idílicamente,
 y tratare de no ser vehemente.
 Solo dar ánimos para luchar
 y así poder continuar.
No pensemos la revolución
 solo como un gran cambio en la globalización.
Sino como pequeñas conquistas del día a día,
 que nos deben llenar de alegría.
El cambio se da si se sabe mirar,
como hace el elefante cuando al ratón se pone a buscar.
No pretendas ser un león
cuando solo sos del tamaño de un fríjol.
 Muévete rápido y conciente de tu tamaño,
que así podrás hacer mas daño.
 No habrá elefante que te detenga
si tienes compañerxs para la arenga.
La nuestra entre rejas es una mordida mas a la pata del elefante,
 y por eso necesario que esto se torne algo constante.
Unida a la mordida de muchxs otros ratoncitxs,
tal vez algún día salgamos invictxs.
Por eso que no decaiga, y a seguir masticando hasta empacharse,
 que el cambio solo de acciones y mordiscones se hace.

martes, 24 de mayo de 2011

“En todas partes, señor” 


       “¿Se da cuenta Capitán? Este Joven tiene un gran porvenir. ¿Qué le parece que hablemos al capitán Marquez? Sería una lástima que no pudiera ingresar.

-Indudablemente- y el oficial del cuerpo de ingenieros se dirigió a mí:
-Pero, ¿Dónde diablos ha estudiado usted todas esas cosas?
-En todas partes, señor. Por ejemplo: voy por la calle y en una casa de mecánica veo una máquina que no conozco. Me paro, y me digo estudiando las diferentes partes de lo que miro: esto debe funcionar así y así. Después que he hecho mis deducciones, entro al negocio y pregunto, y créame, señor, raras veces me equivoco. Además, tengo una biblioteca regular, y si no estudio mecánica, estudio literatura.
- ¿Cómo, -interrumpió el capitán- también literatura?
-Sí, señor, y tengo los mejores autores: Baudelaire, Dostoievski, Baroja.”

        Este es un fragmento de El juguete rabioso, en el que Silvio Astier, de baja condición social, trata de buscarle un sentido a su vida a partir de diferentes peripecias. Primero integraba un grupo de adolescentes que se dedicaba a pequeños robos en el barrio, en el que forman “el Club de los Caballeros de la Media Noche”, pero luego de un fracaso, paralizan sus actividades. Silvio empieza a trabajar, primero en una librería, y luego, en esta oportunidad, trata de entrar en la Escuela de Aviación como aprendiz de mecánico. Como es natural, le piden que demuestre sus conocimientos, y el expone lo que ha ido aprendiendo con la experiencia del día a día.

lunes, 16 de mayo de 2011

Enseñando a los golpes II



En la publicación pasada hablé del modo en que una parte de los niños y las niñas, han sido tratadxs por la sociedad, hablé de la violación de sus derechos, de algunas políticas realizadas por el Estado sobre ellxs, y de la estigmatización como sujetos peligrosxs de la que han sido objeto. Esta vez voy a profundizar sobre el modo de intervención sobre la niñez conocido como patronato de menores.

Como dije, el patronato actúa sobre la situación de ciertas personas, es un modelo pensado para pobres, que estigmatiza a lxs niñxs provenientes de las clases bajas y busca alejarlxs de la sociedad por creerlxs peligrosxs.

Un dato a tener en cuenta es la división que se produce en la interpretación de la infancia, ablando en algunos casos de niñxs y en otros de menores. El término "niñxs" incluye a quienes se encuentran adecuadamente adaptados a la sociedad, mientras que con la palabra “menores” se ace referencia a aquellxs que carecen de los atributos característicos de la niñez, como la pertenencia a una familia y la concurrencia a la escuela. Serán lxs pertenecientes a los sectores más pobres, lxs que cometieron o fueron vinculadxs con delitos, lxs abandonadxs, lxs que andan vagando, quienes ocupen esta última categoría.

viernes, 13 de mayo de 2011

Anecdota de una compañera...

El 23 a la tarde, mientras recibía infinidad de mails tendientes a reforzar la necesidad de asistir a ese acto inconmensurable que es la marcha de los 24 de Marzo, intentaba ayudar a un padre a que pueda gozar del Derecho más básico que un hombre pueda tener, que es el de ver a su hijo, más aún, como en este caso, cuando el chico sufrió un accidente, inesperado, que terminó con su vida. Resulta que la asquerosa burocracia se interpuso entre el Derecho, porque no cabe otra palabra - no puede hablarse de deseo, ni de deber, ni de nada - tan solo es un Derecho, para que pueda velar a su hijo, como Dios o como cualquier religión a la que él pertenezca, o aún que no pertenezca a ninguna, le indiquen que deba presenciar ese momento...

lunes, 2 de mayo de 2011


Un año menos

Hace poco llegó a mis manos un calendario realizado por las mujeres de la unidad 33 que el año pasado terminaron, en la escuela que allí funciona, el secundario. El almanaque era el broche de oro de un gran esfuerzo, representaba el triunfo de cinco luchadoras que habían atravesado el duro camino que implica estar presas y estudiar. A cada mes correspondía una foto, donde se las veía compañeras, alegres, emocionadas. Una de las fotos celebraba, escrito con tiza sobre el pizarrón: “un año menos” mientras una de ellas posaba sonriente.

Esa frase quedó resonando en mi cabeza, “un año menos”... y me hizo reflexionar sobre el tiempo: ¿Cómo se mide el tiempo?, ¿El tiempo avanza, retrocede? ¿Las personas, las sociedades, avanzamos en el tiempo, o es el tiempo el que nos pasa? ¿Cómo es que llegamos al punto de decir que “no tenemos tiempo”?

Crecí en un ámbito donde ser niño significaba tener un mundo por delante; crecer era un anhelo, porque “cada año más” significaba no sólo soplar algunas velitas más en la torta sino también avanzar en la vida, ir para adelante, aprender, progresar.

De más grande, me di cuenta de que el hecho de crecer y tener más años no era sólo una cuestión de tiempo acumulado, sino que hay muchas maneras de medir el tiempo y de que por difícil que parezca para los aficionados del cronómetro, el tiempo que medimos no es el mismo para todos. En esta sociedad donde todo puede y debe ser traducible en minutos, días, meses y años, el tiempo que sirve, que cuenta, que vale, es el tiempo que ganamos “haciendo algo productivo”. Son los grados aprobados de la escuela, los años de estudio, las horas de trabajo. Festejamos como un triunfo cada año que pasa y cada año que cumplimos, con la certeza de que los próximos serán mejores.

Me pregunto entonces: ¿cómo será la vida cuando lo único que cuenta son los años menos? Cuando el tiempo no es más que una gran cuenta regresiva y todo lo que se suma, esos minutos, días y meses de encierro son en realidad una inmensa resta. Cuando todos los deseos y los proyectos, se traducen nada más y nada menos que en el tiempo que falta para volver a “la vida”, donde el tiempo corre de verdad.

Al entrar a la cárcel entramos, como les gusta definir a los sociólogos, en un espacio de no-tiempo. Detrás de los barrotes el tiempo parece no avanzar, sobra, deja de ser escurridizo y escaso como en la calle para tornarse plomizo, nauseabundo, pesado. Se instala calladito en cada celda y comienza a coparlo todo, como si no sintiera ya la necesidad de correr se apenca a los cuerpos y a las mentes. Poco pueden decir los relojes al respecto, porque ahí adentro ya no hay cronómetro que valga: en el encierro cada minuto es una eternidad, cada paso un mundo, cada tarea una vida. Todo cuesta mucho esfuerzo; y el tiempo que no pasa...

Presos y presas se convierten en maestros y maestras de la espera, en reyes y reinas de la paciencia. En esta “escuela del mundo al revés”, como diría un uruguayo, ellos y ellas aprenden a contar para atrás. Un año menos. Y sin embargo, sin saberlo, se vuelven audaces luchadores y luchadoras que en cada sonrisa, en cada mate compartido, en cada visita, en tan solo minutos, ganan batallas y suman fuerzas para enfrentar una vez más la soledad. Y con cada victoria denuncian la injusticia de un sistema que aísla y encarcela a aquellas y aquellos que no tuvieron la suerte de crecer en un ámbito donde pudieran sumar horas productivas a sus vidas y así poder valer la pena. Sin educación, sin trabajo, en la pobreza y la marginalidad, miles de personas esperan tras las rejas, un año menos.

maru.