lunes, 28 de julio de 2014

¿Delincuente se nace o se hace?

Fotografía: Georgiana SaintClair
Yo no tengo la culpa de haber nacido en un barrio, un contexto, una parte de la sociedad, donde se vive lleno de violencia, y crecer lleno de rencor. Vivís en la marginalidad, donde la mayoría pasa necesidades básicas, donde una madre o un padre reniegan siempre de lo mismo “no alcanza la plata, la puta plata”. Porque hay que pagar los impuestos que el Estado impone, para cubrir las necesidades básicas, para ellos, para sus hijos. Tenés que tener todo lo que “el mundo del consumo” te vende para que permanezcas en esta sociedad y no ser excluido. Y lo más importante que es alimentarse y vestirse, porque si no te morís de hambre o de frio.

Tampoco tengo la culpa de que sea más útil agarrar un arma que una lapicera, porque ese arma te ayuda a llenar la panza y a permanecer al mundo del consumo. Es el contexto que te alienta a dejar de estudiar porque en ese momento, tu familia necesita de tu ayuda y ahí, te condenás o te esclavizás.

Solo tenés dos opciones, robás o trabajás. Trabajás para vivir una vida de esclavo, porque el que trabaja acá nunca progresa y se hace rutina la vida de esclavo. O robás, poniendo en riesgo lo más importante, la vida. La tuya y la de otra persona. Pero ya no te importa tu vida, porque estar muerto sería el alivio para no seguir renegando por esa “maldita plata”, y no te importa la vida de esa persona, porque no la conocés y no sabés quién es.

domingo, 20 de julio de 2014

Las miserias del poder

Todo eso que es castigo pero que vive fuera de la cárcel: un sistema penal que se estructura en torno a los miedos de burgueses asustados. Entrevista con Juan Tapia, Juez de Garantías de Mar del Plata.


Más allá y más acá

Ninguna condena empieza y termina en la cárcel. La gran mayoría de los pibes y pibas que caen por primera vez presos conocen desde antes cómo pega la policía; y nadie que salga del encierro dejará por eso de sentir cotidianamente el peso de la persecución estatal. Hay algo que existe más allá y más acá de la cárcel, y funciona con policías, jueces, fiscales, abogados y demás personajes de la fauna estatal. Esta nota es una charla con Juan Tapia, Juez de Garantías de Mar del Plata, acerca de toda esa máquina encargada de marcar gente, perseguirla y castigarla de por vida.

Todo este sistema parece por un lado algo gigante e impersonal, compuesto de legajos, procesos, normas y reglamentos ejecutados burocráticamente por funcionarios públicos apáticos; pero hace falta ver también cómo sus engranajes funcionan a través de rutinas represivas y cotidianas de las distintas fuerzas del orden. Y cómo, en la conjunción de ambas partes, todo esto significa una sola cosa: el estado interviniendo con violencia en la vida de miles de pibes y pibas, todos iguales frente al ojo acusador: pobres, negros, desocupados y por lo tanto propensos a cometer pequeños y torpes delitos, que serán castigados como si fueran el origen de todo mal.

domingo, 6 de julio de 2014

Bonaerense para todos los municipios: la nueva vieja policía


Esta semana arrancó con la noticia de que la trabada discusión en la legislatura provincial acerca de la creación de las policías municipales fue clausurada repentinamente por la decisión de Scioli de crearla por decreto, salteando así la oposición legislativa radical y ganando el apoyo del peronismo conservador –el massista y el sciolista también– que criticaban los limitados aspectos progresistas del proyecto de ley.

Lo que estaba en juego en esta ley iba un poco más allá del hecho de crear más policías: de alguna forma se estaban poniendo en cuestión la estructura, metodología de acción y las prácticas de la policía bonaerense. El diagnóstico de quienes defendían la reforma por ley era que si se creaban nuevos cuerpos policiales, estos debían ser completamente autónomos de la bonaerense, para quitarle así alguna cuota de poder a una institución completamente inmersa en redes de corrupción y violencia contra lxs más pobres, cómplice con el delito a gran escala, e ingobernable políticamente.