martes, 28 de junio de 2016

lunes, 27 de junio de 2016

Atrapamuros en la Revista de extensionistas de la UNLP


Compartimos una nota de la revista digital de extensionistas de la Universidad Nacional de La Plata sobre nuestro trabajo.
"Nuestros objetivos giran en torno a fortalecer los espacios educativos al interior de los penales, con el fin de contribuir al acceso al derecho de la educación de las personas privadas de su libertad. En relación a esto, el taller se vuelve un espacio donde desde la perspectiva de la educación popular, se busca fomentar lógicas colectivas y participativas de trabajo, y problematizar las desigualdades de clase y género. La articulación con los Centros de Estudiantes Universitarios es un objetivo, como también una condición necesaria para poder desarrollar las actividades. Por otro lado, hacia afuera de los penales, buscamos hacer visible la situación carcelaria desde una perspectiva crítica de cara a la sociedad, así como disputar los sentidos que se le dan, a través de la incidencia en el debate público. Por último, aspiramos a contribuir al acceso a los estudios universitarios por parte de las personas privadas de su libertad, en coordinación con los Centros de Estudiantes existentes dentro de las unidades penales".

Leé la nota completa en: http://www.extensionistas.unlp.edu.ar/articulo/2016/6/1/atrapamuros__la_educacion_como_herramienta_de_liberacion

domingo, 26 de junio de 2016

Entre tiros y pañuelos




Desde la cárcel, nuestros compañeros reflexionaron sobre el 26 de junio: día de la dignidad piquetera, día en que recordamos a Darío y Maxi. Decidieron ponerse en el lugar de ellos para reconstruir ese día, y también decidieron incomodarse e imaginar el lugar de un policía. Dos cuentos que mezclan realidad y ficción.


¡PAREN! No disparen


El día 26 de junio de 2002, en Monte Chingolo, Barrio La Fe, me desperté temprano como todos los días y me puse a tomar mates con mi vieja acompañado de unos bizcochitos de la panadería de la vuelta de mi casa “Los Primos”; mientras desayunábamos, le comentaba sobre la marcha que iba a haber hasta el Puente Pueyrredón y la idea del corte a modo de reclamo.Al rato, me pasó a buscar mi prima, Maia; agarré mi remera y la bandera del MTD (Movimiento de Trabajadores Desocupados) y fuimos pateando las calles de tierra hasta el centro, donde nos juntamos con lxs compañerxs. Ya sentíamos un clima de tensión y mucho movimiento y nerviosismo; no era un día común y corriente, iba a ser una marcha muy importante y ya presentíamos con mi prima que algo malo podía llegar a pasar; pero sin embargo decidimos luchar igual, gritar nuestra causa a los cuatro vientos y que todxs nos oigan.Nos organizamos para subir a los micros mientras mi viejo cargaba los bombos y las banderas; Darío fue quien lo acompañó en la cabina mientras escuchaban la radio, donde avisaban que iba a haber un piquete en el Puente Pueyrredón y que la policía ya estaba preparada para “poner orden”.Nos bajamos en la Avenida Mitre, donde descargamos los bombos y las banderas mientras esperábamos a lxs pibxs del barrio para empezar a marchar. Arrancamos a caminar cantando “¡Piqueterxs carajo!...”, agitando nuestras banderas con fuerza y dignidad, llevando la consigna “La única lucha que se pierde es la que se abandona”.Después de caminar un rato, empezamos a llegar al puente y lo vimos lleno de gorras armadxs, esperándonos. Tras las corridas, un compañero alterado nos dice a mí y a Darío que le habían disparado a Petete (Maxi) en la estación de Avellaneda. En ese momento, Darío se fue alterado, corriendo desesperadamente a buscar a Maxi.Esa fue la última vez que lo vi con vida a Darío. Aquella noche, la ausencia de nuestros dos compañeros se notó en todo el barrio y en nuestras vidas.


Apreté el gatillo


Eduardo Carrizo es mi nombre. Soy padre de dos hijos. Tengo 47 años. Fue un 25 de junio del año 2002, cuando recibí una llamada. Pero antes que les cuente lo que me dijeron en esa llamada, les voy a contar que trabajo en una fuerza armada que tiene como función mantener el orden cueste lo que cueste. Esto implica para mí formar parte de un estado de derecho. La mañana del 25 me levanté discutiendo con mi mujer por el poco tiempo que estoy en casa daa la exigencia que implica mi deber de funcionario público. Ella jamás me va a comprender y eso me genera impotencia y bronca.En esa llamada me convocaron a una reunión de suma urgencia en la seccional 5º de Avellaneda. En lo inmediato imaginé que se relacionaría con los sucesivos movimientos que los piqueteros de mierda estaban generando en el país. Sin dudarlo, me preparé rápidamente para asistir a la reunión.Ya en la reunión el aire estaba tenso; caras desconocidas, miembros de distintas fuerzas de seguridad habían sido convocados con un mismo objetivo: evitar que los zurdos tomen el puente Pueyrredón. El presidente Duhalde había sido claro con las pretensiones piqueteras: nada iba a atentar contra la continuidad de su gobierno.A la mañana del día siguiente, la misión se ponía en marcha. Mientras me vestía sentía que el uniforme era parte de mi vida y de todo lo que defendía. A las pocas horas estábamos frente a frente con los subversivos. “¡Déjenos cortar!”, gritaban, mientras Franchiotti recargaba su itaka exigiéndoles que retrocedieran. En pocos segundos todo estalló. Piedras, balas, gritos, corridas… El plan B se ponía en marcha frente al caos. Las balas de plomo entraron en juego y fue cuando lo vi caer abatido a un manifestante. Inmediatamente otro lo socorría. Este último se convertía en un testigo peligroso. Y ahí entró en juego mi deber. “El fin justifica los medios”... recordé las directivas del día anterior y apreté el gatillo.

miércoles, 22 de junio de 2016

Belén, desde la cárcel: “Gracias por defenderme, por hacer que mi voz y mi verdad se escuchen”*



La joven tucumana presa, acusada de realizarse un aborto, escribió desde prisión una carta dedicada a “todas las mujeres luchadoras” y a toda la gente que la acompaña en este momento.
“Quiero expresarles mi agradecimiento por hacer que mi lucha sea de todas ustedes.Gracias por defenderme, por hacer que mi voz y mi verdad se escuche”, dice “Belén”.
Y continúa: “Yo estuve callada durante dos años. No me animaba a hablar. Tenía miedo. Me habían dicho que me darían perpetua. Me condenaron solo por dichos, por ser humilde, por ir al hospital, por no tener plata para ir a una clínica y pagar una buena defensa”.

La joven explicó que desde el 21 de marzo de 2014 que no vuelve a su casa ni ve a su familia: “Me privaron de muchas cosas. Solo quería que me ayudaran y terminé presa, rodeada de policías y dedos acusadores”. “Dos años y tres meses lejos de mi casa, ¡me arrebataron mi vida!”, se lamenta.
Belén cuestiona: “¿Nadie se preguntó cómo me sentía yo esa noche? Me acusaban y me preguntaban si yo me había hecho un aborto. A mi mamá también la trataron mal. A nadie le importé yo”. “‘Es una ignorante’, ‘no sabe nada’, dijeron seguro y me condenaron junto con la policía. Después también me condenó la Justicia aunque yo les dije que no hice nada, que no maté a nadie. Yo ni sabía que estaba embarazada”, explica en su escrito, difundido por el colectivo tucumano Libertad para Belén.
“Lloro por la injusticia que vivo. Pero estoy tranquila, se que habrá justicia para mi. Ahora estoy más fuerte, más tranquila”, cuenta la joven de 27 años. Y sigue: “Jamás le hice daño a nadie, jamás robé, jamás maté, no consumo drogas. Soy una mujer que toda su vida trabajó. Siempre hice las cosas que debía hacer”.
“Estoy eternamente agradecida con todos los que me están ayudando a que mi voz se escuche. Desde este lugar les mando abrazos y mis saludos. Me da mucha alegría que no estoy sola”, dice Belén. Y concluye: “Gracias y mil gracias para todas las mujeres. Luchemos entre todas y que se nos escuche para que no haya más mujeres presas por aborto. Ahora su lucha también es mi lucha”.
“Belén” fue condenada a ocho años de prisión, tras sufrir un aborto espontáneo en un hospital tucumano. Los médicos la acusaron de interrumpir voluntariamente su embarazo y, tras adjudicarle un feto como si fuera suyo, la denunciaron a la policía. Tras una larga cadena de violencia institucional y manipulaciones judiciales, le negaron la excarcelación mientras espera el resultado de la apelación. Además, desde la Red de Profesionales de la Salud por el Derecho a Decidir exigieron la apertura de sumarios para los médicos que la trataron y luego denunciaron.

*Publicado en www.notas.org.ar

viernes, 3 de junio de 2016

¡Ni una menos!



Desde la cárcel de mujeres también decimos#NiUnaMenos, porque los diarios se acuerdan de nosotras cuando nos matan y no cuando nos violentan cotidianamente en la cárcel. 

Salvando al mundo
Que no es bueno vivir en una cárcel, tantos años, 
lejos de mis hijxs,
años sin vida.
“Salvando al mundo”,
Es cada juez que firma una libertad
y se va una compañera,
de este horrible lugar.
Cómo me gustaría que cada juez,
De cada una de nosotras,
“salve al mundo”.
Todas mis mañanas,
para darme esperanza,
Para esperar ese día, mi día.
Que un día mi juez se decida y “salve mi mundo”.
Sé que algún día va a llegar sin esperar, la sorpresa,
Mi libertad.
Cada día yo, y todas mis compañeras,
Esperamos “salvar nuestro mundo”.

Escrito en el marco de un taller realizado por Atrapamuros en una Unidad de mujeres de La Plata.