sábado, 28 de junio de 2014

Las consecuencias del encarcelamiento creciente*


Seguridad y políticas públicas: Sobre los viejos y nuevos problemas que acarrea la respuesta represiva al problema de la inseguridad.

Conocer a alguien que haya estado preso, tener un familiar en la cárcel o haber pasado por una situación de encierro, son casos de una realidad cada vez más común en los barrios populares de la provincia de Buenos Aires. Nos referimos al hecho de que en las dos últimas décadas el encarcelamiento ha aumentado en Argentina de manera exponencial, emergiendo como problema social. En tanto crece institucionalmente al aumentar el número de cárceles y de detenidos, también se expande afectando cada vez a más personas en sus historias personales y sus vínculos familiares, sociales y laborales.

La experiencia de vivir en la cárcel es desgarradora. Allí las violencias son la forma habitual de convivencia, tanto desde el personal penitenciario hacia los presos y las presas como entre los mismos internos. La violencia se ejerce desde lo más básico como la falta de acceso a la salud, la alimentación o la educación, hasta lo más extremo como las torturas corporales. También aparece como violencia simbólica, en la forma de malos tratos constantes y naturalizados, degradando y desvalorizando a las personas.

Las violencias se inscriben en los cuerpos y en las mentes de quienes, en el sentido literal y metafórico de la palabra, se encuentran “detenidos”. Estar detenido no implica sólo la condición del encierro, sino que aparece como la imagen de un lapso en el que el tiempo se suspende. La realidad sigue su curso, las personas envejecen, las cosas cambian, pero el “detenido” sólo tendrá acceso a eso de una forma mediatizada, a cuentagotas, a través de la televisión o las visitas familiares. La salida en libertad, más que el éxtasis de la resocialización, se manifiesta como la condensación del aislamiento sostenido en el tiempo y de esa violencia contenida.

domingo, 22 de junio de 2014

"Perdón sociedad, acá estamos", salir de la cárcel y no volver*


El sábado 7 de junio se realizó la Feria de Arte y Diseño organizada por la Cooperativa Hombres y Mujeres Libres, un espacio donde el cooperativismo aparece como una oportunidad de reconstruir los lazos que la cárcel y la pobreza rompen, y una salida laboral frente a la falta de amparo del Estado y las marcas del Servicio Penitenciario.

En la mutual Sentimiento, situada en Avenida Lacroze 4181, 1°piso (Chacarita, CABA), se encuentra funcionando la Cooperativa Hombres y Mujeres Libres (HyML), un espacio autogestionado conformado por personas liberadas y familiares de gente privada de su libertad.

Claudio, uno de sus fundadores, define a la Cooperativa HyML como “una cooperativa textil” que “surge de la necesidad de tener un trabajo digno para los chicos que recuperan la libertad. Nace también de decir: perdón sociedad, acá estamos, estamos laburando, queremos seguir trabajando”.

Con el tiempo, la idea se amplió y comenzó a pensarse en hacer una feria, que ya alcanzó su cuarta edición el pasado sábado 7. La Feria de Arte y Diseño se realiza mensualmente con el objetivo de reunir a diferentes cooperativas, microemprendimientos y a cualquier persona que necesite un espacio donde vender sus productos.

“Dijimos: ‘tenemos un espacio grande, hay un montón de gente en estado de vulnerabilidad que no tienen lugar dónde vender sus cosas’. Apostamos a que en un futuro haya muchas más familias que puedan venir acá y vender lo que hacen artesanalmente los chicos que están detenidos”, dice Claudio respecto a quiénes participan del evento.