martes, 24 de mayo de 2011

“En todas partes, señor” 


       “¿Se da cuenta Capitán? Este Joven tiene un gran porvenir. ¿Qué le parece que hablemos al capitán Marquez? Sería una lástima que no pudiera ingresar.

-Indudablemente- y el oficial del cuerpo de ingenieros se dirigió a mí:
-Pero, ¿Dónde diablos ha estudiado usted todas esas cosas?
-En todas partes, señor. Por ejemplo: voy por la calle y en una casa de mecánica veo una máquina que no conozco. Me paro, y me digo estudiando las diferentes partes de lo que miro: esto debe funcionar así y así. Después que he hecho mis deducciones, entro al negocio y pregunto, y créame, señor, raras veces me equivoco. Además, tengo una biblioteca regular, y si no estudio mecánica, estudio literatura.
- ¿Cómo, -interrumpió el capitán- también literatura?
-Sí, señor, y tengo los mejores autores: Baudelaire, Dostoievski, Baroja.”

        Este es un fragmento de El juguete rabioso, en el que Silvio Astier, de baja condición social, trata de buscarle un sentido a su vida a partir de diferentes peripecias. Primero integraba un grupo de adolescentes que se dedicaba a pequeños robos en el barrio, en el que forman “el Club de los Caballeros de la Media Noche”, pero luego de un fracaso, paralizan sus actividades. Silvio empieza a trabajar, primero en una librería, y luego, en esta oportunidad, trata de entrar en la Escuela de Aviación como aprendiz de mecánico. Como es natural, le piden que demuestre sus conocimientos, y el expone lo que ha ido aprendiendo con la experiencia del día a día.


       Este tipo de experiencia es la que retoma un modo de educación: la educación popular. Ella no se guía por los paradigmas rígidos en los que el conocimiento tiene que estar impartido desde un centro hegemónico del saber. “¿Dónde diablos ha estudiado usted todas esas cosas?” se pregunta el Oficial del Cuerpo de Ingenieros, que demuestra estar convencido que Silvio aprendió todo eso de algún lugar, y sin embargo, duda que haya tenido posibilidad de haberlo hecho debido a su condición social. Esa experiencia, la que Silvio adquiere en todas partes, a partir del propio devenir de su vida, puede construir una pedagogía esperanzadora. La educación, como nos dice nuestro Gran Maestro Freire, para ser, tiene que estar siendo. De esta manera, puede ser puesta en diálogo con diferentes subjetividades. Tanto educadores como educandos pueden aportar su conocimiento, uno tal vez más práctico, otro más sistematizado, y de esta manera complementarse. Es así como se iría construyendo una comunicación entre la acción y la reflexión que lleve a la praxis. También, desde esta perspectiva, literatura y mecánica pueden fusionarse en un diálogo continuo.

       Para el Cuerpo de Ingenieros, lo que aprendió Silvio le hace tener “un gran porvenir”, que no será otra cosa que su inserción en el mercado de trabajo, interpretando el acto de la educación como el acto de depósito de saberes productivos y reproductivos para la sociedad opresora: “Sería una lástima que no pudiera ingresar”. La educación popular no tiene otro fin que destrabar los ejes de esa inserción en el mundo, a partir de la praxis, una praxis transformadora.

       Silvio adquirió experiencia en la soledad de sus vaivenes, pero también en comunión con sus compañeros del Club de los Caballeros de Media Noche. Arlt lo relata así: “No recuerdo por medio de qué sutilezas y sinrazones llegamos a convencernos de que robar era una acción meritoria y bella; pero sí sé que, de mutuo acuerdo resolvimos organizar un club de ladrones, del que por el momento nosotros solos éramos afiliados. Más adelante veríamos… Y para iniciarnos dignamente decidimos comenzar nuestra carrera desvalijando las casas deshabitadas”.  Más allá de la acción anti-sistema que se proclama aquí, un poco debida a las lecturas de literatura bandoleresca de los integrantes, otro poco por su condición social, la experiencia que Silvio proclama tener, que habría adquirido “en todas partes”, también remite a una comunidad. Y aquí, el aprendizaje en experiencia del Club, el camino se haría en comunión, entre educadores-educandos y educandos-educadores, tratando en esas peripecias de redibujar el mundo.

                                                                                                                   Florencia C.

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