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Fotografía: Georgiana SaintClair |
Tampoco tengo la culpa de que sea más útil agarrar un arma que una lapicera, porque ese arma te ayuda a llenar la panza y a permanecer al mundo del consumo. Es el contexto que te alienta a dejar de estudiar porque en ese momento, tu familia necesita de tu ayuda y ahí, te condenás o te esclavizás.
Solo tenés dos opciones, robás o trabajás. Trabajás para vivir una vida de esclavo, porque el que trabaja acá nunca progresa y se hace rutina la vida de esclavo. O robás, poniendo en riesgo lo más importante, la vida. La tuya y la de otra persona. Pero ya no te importa tu vida, porque estar muerto sería el alivio para no seguir renegando por esa “maldita plata”, y no te importa la vida de esa persona, porque no la conocés y no sabés quién es.