miércoles, 2 de octubre de 2013

Una carta

Me llamo Jonatan y estoy privado de mi libertad hace ya varios años. Hoy me encuentro en la Unidad N° 1 de Olmos y el motivo de esta carta es que la sociedad sepa lo mucho que se sufre en la cárcel. Sé que estamos pagando errores del pasado, pero también sé es que es una realidad muy dura.

Veo, desde el tiempo que llevo privado de mi libertad, cómo muchos se van y al poco tiempo vuelven. La discriminación y el rechazo social hacen que muchos bajen los brazos. Es vergonzoso que no puedan ayudar a esas personas que cambiaron, y uno tener que soportar el repudio de la sociedad que después se queja de los errores que tenemos. Todos tenemos errores de diferente magnitud, pero al fin y al cabo son errores, y por eso hay que dar oportunidades y saber perdonar.

La libertad es algo muy esperado y debe ser algo inexplicable. Cuando la recupere podré demostrar con hechos mis cambios, ya que a las palabras se las lleva el viento. Exprimir mi amor en mis seres queridos, y poder estar con ellos en los malos y buenos momentos, como ellos hoy lo están conmigo.

Estoy orgulloso de cada persona que hoy Dios puso en mi vida. Acá todo es muy complicado, pero lo que más duele es esa distancia agria que tenemos que superar con cada uno de ellos. Es imposible superarlo, pero con su amor y esfuerzo en cada visita te transmiten ese empujoncito que tanto necesitamos.


Lo que más me angustia es la distancia con mi hijo que se llama Aron, que es hermoso e inteligente. Es todo en mi vida y anhelo mucho poder compartir momentos con él. Hoy el tiempo es como una espada de doble filo porque estar acá adentro me hizo madurar, pero también me hizo perder tiempo que nunca voy a recuperar. Lo extraño y pienso cada momento en su rostro hermoso, su sonrisa y cada cosa que me enseña sobre él. Parece como si supiera que necesito saber de él. Por eso le doy gracias a Dios, por la madurez y sabiduría que tiene cuando me da una caricia, un beso, un abrazo, un enojo. Es como si supiera que yo hoy vivo de eso y que él es el eslabón de todo lo que estoy logrando, y estoy agradecido a mi hijo querido.

Mi corazón palpita por vos y aunque el tiempo no lo voy a recuperar te voy a dar todo mi amor hasta el último de mis días.

Uno acá viene a resocializarse, razonar todo lo malo e invertir en cosas buenas, sentirse útil y capaz de hacer cosas productivas. Pero no, todo lo contrario: con tanto sufrimiento y sin educación, la cárcel viene a ser una fábrica que larga resentidos sociales. 

En mi caso, uno acá aprende a valorar, y sé también que pronto voy a recuperar mi libertad, que es algo deseado desde el tiempo que llevo detenido. Sé que hay muchos cambios en la sociedad y que no es fácil, pero también mis ganas de salir pueden superar todo eso y cumplir con mis responsabilidades y proyectos de familia.

Esta carta tiene un propósito y es que la sociedad hoy tiene que entender que acá adentro se necesita de educación, y no de maltrato y resentimiento. Pero bueno, estamos en el country de los pobres donde sufrimos y no recibimos atención profesional, y les damos el beneficio a otros que se llenan los bolsillos a través de nosotros.

Con derechos y atenciones que hoy por hoy deberíamos tener, y no se contempla una realidad dura porque la sociedad te juzga. Uno, a medida que cumple, se va a ir yendo y es por eso que la sociedad tiene que entender que se necesita de profesionales y sobre todo de educación en los lugares de encierro.

Jona

2 comentarios:

  1. Hubieses pensado antes de delinquir. Todos tenemos que tomar elecciones. Y todos PODEMOS elegir. Vos elegiste mal. Hay mucha gente humilde que es honrada, no me vengan conque "no tienen alternativa", porque se de mucha gente humilde muy honrada. Vos elegiste y esta es tu realidad. Bancate la parada.

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    1. Estoy muy de acuerdo con tu comentario, pero tampoco podemos juzgar. Las personas no cometen delitos porque si. Estan los que nacen en una familia delictiva y que no conocen otra forma de vida, esta la juventud que se deja llevar por malas compañías y aca mismo entran en juego los padres que no cumplen su rol de escuchar, preguntar o dialogar, la sociedad misma contribuye desde los actos cotidianos en lo que respecta a los prejuicios por el simple "rasgo" o color de piel decimos "este es chorro", cuando no lo es y eso es una forma de discriminación, una especie de estigma que vamos dejando en las personas.
      Esta bien, no por esto que acabo de decir tienen la justificación de matar o delinquir, pero con colaboración entre todos y con menos violencias en las cárceles, la situación v a mejorar, porque el castigo ya está que es la privación de libertad, después de eso, son personas con casi los mismos derechos que cualquiera.
      Hay algo que esta funcionando mal y los excluye.

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